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23 Pero Eleazar, tomando una decisión honrosa y digna de su edad, de su venerable ancianidad y de sus cabellos blancos, que eran señal de sus trabajos y de su distinción, una decisión digna de su conducta intachable desde la niñez, y especialmente digna de la santa ley establecida por Dios, respondió en consecuencia: «Quítenme la vida de una vez. 24 A mi edad no es digno fingir; no quiero que muchos de los jóvenes vayan a creer que yo, Eleazar, a los noventa años, abracé una religión extranjera, 25 y que, a causa de mi hipocresía y por una corta y breve vida, ellos caigan por mi culpa en el error. Con esto atraería sobre mi ancianidad la infamia y la deshonra.

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